(Recomiendo este libro completamente, me encantó. Pero si lo queréis leer, será mejor que no leáis este comentario, porque os revelo cosas)
Para eternas perseguidoras del romanticismo, como soy yo, leer este libro fue duro.
Bueno, no leerlo. Porque realmente disfruté mucho con la lectura pero me gustan los libros que tengan un final feliz, por lo menos en lo que a amor se refiere (qué le vamos a hacer, para algunas cosas todavía soy una niña que cree en cuentos de hadas) y éste no es el caso.
Es un libro muy interesante y ameno de leer. Engancha, por lo menos a mi, y es curioso recorrer la vida de estos personajes. Pero, aunque en el momento de leerlo pueda parecer una historia de amor, no lo es. Es una historia sobre la soledad.
Es triste, porque ¿a quién le gusta leer sobre la soledad? pero, al mismo tiempo, sirve para ver o, mas bien, para darte cuenta de que pequeñas decisiones que tomamos día a día (ya sea por miedo, por cobardía, por orgullo o simplemente por inconsciencia) nos llevan a la soledad. No es triste solo leerlo en el libro, sino darte cuenta de que has pasado por ello.
Me gustó. No es el típico libro, no es una historia de cuento de hadas donde todos acaban felices y comen perdices. Es un libro que te hace reflexionar, aunque sea sobre la soledad.
Además, a mi me llama mucho la atención metáfora que hace el escritor con los números primos. Será porque siempre me han llamado la atención los números. No solo los primos, sino todos. Siempre me han gustado los primos, los impares, los divisibles por 3, los que no son múltiples de 5, los capicúa, encontrarme un número que resulta que es combinación de otros que están relacionados...
Vamos, soy toda una friki de los números. Y, para ser sinceros, lo que me llevó a mi a leer este libro, no fue una recomendación, ni una buena crítica. Ni si quiera el prólogo. Sabía que quería leerlo desde que leí el título.
Realmente recomiendo este libro. Aunque, si ya habéis leído todo lo anterior, os habré fastidiado el final. (pondré una nota de aviso al principio)
